Por un giro del 15M hacia la confrontación.

Millones de ciudadanos, que seguimos y respaldamos con esperanza el 15M y el 15O, estamos esperando del movimiento que éste nos convoque no para protestar contra el sistema, sino para cambiarlo.

Las movilizaciones masivas del 15O han sido un éxito. Se ha acumulado un enorme poder. Ahora toca ejercerlo. De lo contrario, el movimiento se verá reducido a la mera expresión, papel políticamente correcto que la democracia burguesa otorga a los movimientos sociales. Ha llegado el momento de la confrontación.

Los poderes fácticos saben que de gritar se acaba cansando el pueblo, cuando los gritos no llevan a nada más y ellos (la banca, el PPSOE, la patronal, etc.) ya están hechos a los gritos, y los asumen con toda naturalidad, como el ruido de fondo de su constante saqueo. Para espantar a los cuervos, va a hacer falta mucho más que cuatro voces.

La masiva asiatencia del 15O demuestra que hay una porción mayoritaria de la población española que reclama un cambio. Que cuestiona el sistema. Esa misma gente, estaría dispuesta a participar, o al menos apoyaría, una línea de acción que confrontara abiertamente con el sistema, forzando su transformación.

Se trata de disputar la hegemonía a través del ejercicio del poder. Y el 15M ha acumulado ya un poder importante:
  1. Poder de convocatoria (como demuestra la participación social)
  2. Poder comunicativo (apoyándose, sabiamente en las redes sociales)
  3. Poder simbólico (a través de las ocupaciones de plazas y edificios y de la paralización de desahucios.
  4. Poder organizativo, flexible, pero capaz de otorgar coherencia a las acciones.
Con la ocupación de edificios y las acciones frente a los desahucios, el movimiento ha dado un paso importante. Esas acciones, en sí mismas, suponen el paso de la expresión a la confrontación, al ejercicio del poder. Sin embargo, estas son acciones de vanguardia en las que sólo puede participar el núcleo de los más implicados en el movimiento. Tienen un inestimable valor pedagógico, pero en la medida que no implican a las masas indignadas (y este país está indignado) siguen siendo actos simbólicos y, por lo tanto, hacen permanecer a esas masas en el terreno de la expresión, no de la confrontación.

Con seguridad, en el 15M existe la capacidad creativa para plantear formas masivas y novedosas de confontación pacífica con el sistema. Formas como la huelga general, el corte de las vías de comunicación o el boicot, que históricamente se han demostrado eficaces, y que deberían ser retomadas, a falta de otra forma mejor de desobediencia que pueda presentarse.

Mientras no se de el paso hacia la confrontación masiva, estaremos sometidos a esta situación surrealita en la que los prosistema (Rajoy, Rubalcaba, Durao Barroso, etc.) se permiten el lujo de confundir a la opinión pública afirmando estar en sintonía con los indignados. como si ellos, estos paternalistas prosistema, fueran una especie de verdugos compasivos o de explotadores simpáticos. Sólo la confrontación permite clarificar posiciones. Sólo la confrontación, el ejercicio del poder, permitirá que podamos empezar a exigir cambios reales, materiales, en las reglas democráticas, la distribución de la riqueza y el orden económico... lo demás será tan sólo gritar ante rostros de hormigón armado.

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