"No son de los nuestros"

Esta madrugada, con la dudosa excusa de unos dudosos informes de inestabilidad de las viviendas cuevas de San Miguel (Granada), sus habitantes han quedado en mitad de la calle, mientras, impotentes, veían como las excavadoras se llevaban por delante sus viviendas.

"Que les de una casa la Junta, que estos son de los vuestros". Esas, más o menos, han sido las palabras con las que la concejala de urbanismo de Granada ha despachado al portavoz de IU en el Ayuntamiento de la capital, apenas un par de horas después de desalojar de su casa, por la fuerza, a cuatro familias de las Cuevas de San Miguel.

Estamos ante el fascismo, más o menos inconsciente, en estado puro.

Una de las señas de identidad del fascismo es el culto a la fuerza. La imagen habla por sí sóla. Es la portada del IDEAL de hoy. Ese desmesurado dispositivo policial: escudo, porras, cascos, protecciones, escopetas de pelotas de goma... ante un chaval en camiseta. Una exhibición de fuerza, del poder de la fuerza y del aparato del estado, que sólo podemos asociar con regímenes totalitarios como los de Israel, China o Egipto. A Mussolini le habría encantado. Nada que envidiar a las escenas de Ucrania o Venezuela que nos muestran para legitimar los golpes de estado.

Otra de las señas de identidad del fascismo es el desprecio al débil, al pobre, al diferente... seres humanos a los que, por encontrarse en situación de desprotección, no sólo no hay que ayudar, sino que hay que pisotearlos, humilarlos y ensañarse con ellos... esa es la situación en la que se encuentran las familias de senegaleses o de jóvenes en paro cuyas viviendas les han sido arrebatadas esta madrugada.

Pero sin duda la seña más distintiva del fascismo es la creación del status de no-ciudadano, de no-persona para esos seres despreciados por ser diferentes. El status al que se condenan a los que "no son de los nuestros", ya sean gitanos, negros, judíos, homosexuales o, simplemente, más o menos hippies. El destino de tales grupos es ser depurados, para limpiar la sociedad de su presencia.

Lo más inquietante es que el gobierno de una ciudad mire a los ojos a unos ciudadanos cuya casa acaba de arrebatar y destruir, y les diga "no eres de los nuestros" ¿Por qué? porque se les niega el status de persona, de ciudadano, de igual. Porque en el fondo, la verdadera aspiración del gobierno de Granada, es expulsar a este tipo de población de la ciudad... porque no son de los "nuestros", según ellos.

Uno se pregunta hasta que punto encaja uno en ese "nuestros" y cuánto queda para que gobernantes con tics totalitarios te excluyan y una madrugada te tiren la puerta abajo para echarte de tu ciudad, con la excusa que sea, porque, al fin y al cabo "no eres de los nuestros".

Si estas familias no obtienen una vivienda municipal (de las 44 que tiene vacías el Ayuntamiento) y si se lo solicitan al gobierno autonómico, atenderemos su solicitud. Pero ese no es el problema. El problema es el tufillo fascista que desprende toda la actuación.

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