Turismo en Granada: rentabilidad y precariedad de la mano


La mejor forma de celebrar el día mundial del turismo en Granada es acudiendo a las movilizaciones sindicales que reclaman mejores condiciones laborales para los trabajadores y, sobre todo, las trabajadoras del sector. Porque la tarta del mercado turístico no deja de crecer en Granada, pero las mujeres y hombres que hacen las camas, sirven las mesas, limpian los pisos y hacen los turnos de noche no sólo no ven crecer su porción, sino que trabajan cada día más a cambio de un salario menor.

El sector de la hostelería salió de la crisis hace tiempo, pero sus trabajadores siguen sumidos en ella. Basta tomar los datos estadísticos del portal de turismo andaluz para observar la buena marcha de la actividad turística en nuestra provincia. No se trata sólo, como todo el mundo sabe, de que haya crecido espectacularmente el número de visitantes, es que también está creciendo su rentabilidad.
El sector hotelero en Granada va bien. Va muy bien. Va tan bien que en los últimos 12 años hemos pasado de algo menos de 11.439 plazas hoteleras vendidas y ocupadas diariamente, a 15.218. Un tercio más. No es fácil encontrar un sector que haya crecido un 33% en actividad en esta última década larga, protagonizada completamente por la mayor crisis económica desde la Gran Depresión.

Estos buenos datos han atraído capitales, lógicamente. Por eso el número de plazas hoteleras ofertadas ha crecido de 25.204 en la media anual de 2005 a 31.186 plazas en los últimos 12 meses: un 24%. Alto, pero 9 puntos menos que el número de pernoctaciones. Esto quiere decir que el índice de ocupación hotelera ha crecido. Que se rentabilizan más las plazas hoteleras porque están más días al mes ocupadas.
Granada crece entre enero y mayo de 2016 un 7,9% en viajeros, pero tan sólo un 3,1% en pernoctaciones. Tenemos más visitantes, pero cada vez las estancias son más cortas. No obstante, el número de habitaciones de hotel reservadas y pagadas sigue creciendo a buen ritmo. En las gráficas adjuntas puede apreciarse como nuestros hoteles mejoran año a año su ocupación y son, por tanto, más rentables. Máxime si tenemos en cuenta que el bache económico ya ha pasado para los turistas y hemos vuelto a superar la barrera de los 70 € diarios por persona y día, volviendo a la época de máximo gasto, antes de que la crisis financiera se trasladara de lleno a la economía real a partir 2010.

Justo desde ese año, desde 2010, la explotación laboral no deja de crecer en el sector. Así, si en agosto de 2010 el sector mantenía contratadas a 3.663 personas para atender las 11.439  plazas ocupadas diarias, en 2015, tan sólo requirió 3.743 trabajadores y trabajadoras (120 más) para atender las 15.218 plazas hoteleras ocupadas. Un 31% más. 120 trabajadoras más para atender un incremento de 3.779 camas diarias ocupadas.

¿Cómo puede quejarse de falta de rentabilidad por motivos laborales un sector que pasa de necesitar 30 trabajadores por cada 100 camas vendidas a tan sólo 20? ¿Cabe soñar con un incremento de productividad de la fuerza de trabajo mayor? Un factor muy determinante, además, que se debe tener en cuenta es el de la estacionalidad creciente. En ese periodo se ha dado paso a una mayor precariedad por temporalidad en el empleo.

Resumiendo: nuestros hoteles están más llenos, los turistas gastan más y se emplean menos trabajadores para atenderlos que antes, ¿cómo se puede justificar no subirles el sueldo y, a la vez, no reforzar un poco las plantillas?

Los trabajadores y trabajadoras, a través de sus organizaciones sindicales, están reclamando algo muy sencillo: una mínima parte (ni siquiera toda) del pastel de riqueza que ellos y ellas generan con su trabajo. Por desgracia, la patronal granadina es tan corta de vista, y el gobierno andaluz, tan indolente que ni una está dispuesta a ceder esa parte de riqueza que se apropia ni el otro a presionar a favor de unas relaciones mínimamente equitativas. El resultado: un sector tan precarizado que los servicios de calidad se hacen casi imposibles.

La actividad turística constituye, como todo el mundo sabe, uno de los principales sectores de economía y empleo de la provincia. No obstante, queda aún mucho margen para optimizar nuestra capacidad de obtención de riqueza y empleo en este sector. Fundamentalmente, en la estrategia de conseguir una visita turística menos masificada, menos ligada a la estacionalidad y con mayor poder adquisitivo. Son muchos los factores sobre los que se puede y debe incidir para ello, desde las deplorables infraestructuras de transporte hasta la diversificación de la oferta; pero hoy quiero hablar de la situación de los trabajadores, sobre todo, porque es lo que se puede remediar de forma más inmediata.

¿Alguien cree que un licenciado en paro sin formación específica que lleva 12 horas trabajando por 600 euros mensuales puede servir una mesa o recibir a un viajero sin que se le caigan los platos o se le escape una respuesta cargada de malafollá, marca de la tierra? El turista de alto poder adquisitivo requiere un servicio de calidad: ser atendido con agilidad por buenos profesionales, con delicadeza y tiempo, sin malas caras, a ser posible en su idioma, que sean capaces de ofrecerle información útil, etc. ¿Queremos este tipo de turista? ¿Le estamos ofreciendo este tipo de servicio? 

Desgraciadamente, las prácticas empresariales en Granada se están dirigiendo en sentido contrario: empleo de pésima calidad orientado al turismo masificado en una competición por ofrecer los servicios mínimos posibles a los menores costes posibles para, de esa manera, competir con precios baratos. Una práctica insostenible desde el punto de vista social y urbano, pues la ciudad (fundamentalmente) se convierte en un parque temático sin que, a cambio, veamos las ventajas en términos de reducción del paro y mejora de la vida de la población.

Un cambio de estrategia empresarial es urgente. La puesta en práctica de ese "pacto por el turismo" que se redactó cuando IU estaba en el gobierno andaluz y que incluía mejoras en las condiciones laborales aparejadas con inversiones públicas para la reducción de la estacionalidad, la promoción del destino y la diversificación de la oferta turística. Una iniciativa que Susana Díaz se apresuró en meter en un cajón en cuento echó a los comunistas del gobierno. Pero en esto, como en todas las cosas, no existe contradicción entre interés de la mayoría social, de la sociedad en su conjunto, e interés de los trabajadores. Sólo mejorando las condiciones de los trabajadores mejoraremos el sector turístico de Granada. Cuestión de clase.

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